jueves, 31 de mayo de 2007
La historia de la peña uderground
Macba estaba inquieto, las toscas espadas y dagas que tenían estaban destrozadas, no se habían podido forjar nuevas por falta de material y las flechas no ayudarían mucho en el cuerpo a cuerpo. Pensó que a no más de un día y medio de camino estaba el asentamiento de Urol, allí podría cambiar vellón y cuero por alguna arma en buen estado. Se sabía que trabajaban bien el metal e incluso se decía que hacían espadas tan grandes como hombres capaces de partir en dos un roble. Con semejantes armas estarían preparados para afrontar un día sangriento aunque el enemigo les doblara en número.
Mientras pensaba en ello se dirigía lentamente a su choza, allí le estaría esperando Russia a la luz de la hoguera seguramente dibujando con ceniza en el cuero alguna hazaña de nuestros ancestros.
De repente se le ocurrió la idea de que quizás el improvisado druida sabría de alguna arma mágica o figura que les protegiera, alguna de la que hubiera oído hablar a sus antepasados. Y acto seguido cambio de rumbo y se dirigió a verle. Se plantó delante de su casucha y grito su nombre mientras golpeaba las maderas que le separaban del interior…
Mientras pensaba en ello se dirigía lentamente a su choza, allí le estaría esperando Russia a la luz de la hoguera seguramente dibujando con ceniza en el cuero alguna hazaña de nuestros ancestros.
De repente se le ocurrió la idea de que quizás el improvisado druida sabría de alguna arma mágica o figura que les protegiera, alguna de la que hubiera oído hablar a sus antepasados. Y acto seguido cambio de rumbo y se dirigió a verle. Se plantó delante de su casucha y grito su nombre mientras golpeaba las maderas que le separaban del interior…
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